AMLO, La Laguna y la apuesta histórica

El programa Agua Saludable para La Laguna tendrá una inversión de 10 mil mdp para nueve municipios de Coahuila y Durango

Por Ignacio Juárez Galindo

Año 1907. México estaba a punto de conocer uno de los libros más incendiarios de su historia: La sucesión presidencial de 1910, escrito por Francisco I. Madero, un demócrata y exgobernador que estaba a punto de ser el artífice del movimiento que provocara el fin del porfirismo.

En esa fecha, a la par de las ideas de cambio y no reelección, en la mente del futuro revolucionario también rondaba una idea para cambiar el rostro de uno de los enclaves más ricos y productivos del país: la Comarca Lagunera.

La idea de Madero era sencilla: almacenar el agua del río Nazas que convergía en el cañón Fernández, en su natal Coahuila, y construir una presa.

Al menos eso fue lo que escribió en su carta dirigida al hombre que estaba seguro entendería su proyecto: José Ives Limantour, la cabeza más visible del grupo conocido como Los Científicos y que estuvieron detrás de la cruzada histórica de modernización del país con Porfirio Díaz.

Madero, incluso, fue un paso más adelante y realizó el proyecto de la obra de irrigación que acompañaba con su misiva al tecnócrata de principios de siglo XX.

El entusiasmo del coahuilense no era descabellado. El deseo de impulsar el desarrollo vertiginoso de la zona estaba sustentando en la actividad económica que ya existía en el lugar y que para septiembre de 1907 llevó al gobierno del estado a elevar a Torreón a la categoría ciudad, lo que la “convierte en el centro urbano con mayor desarrollo económico en el noreste del país y en la intersección comercial más importante entre Estados Unidos y México”, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.

Sin embargo, la visión de Madero no se materializaría ni siendo presidente la República. No se sabe con exactitud si fue por una cuestión política o porque los vientos de cambio en el país pusieron todo de cabeza.

Madero no había sido el primero ni el último en desear una presa que domara las aguas del río Nazas y sirviera para dotar a toda La Laguna. De hecho, existen documentos de 1896 que planteaban los retos técnicos de una obra de esa naturaleza, pero también de la importancia capital y beneficios que traería.

Los años pasaron, la Revolución golpeó con toda su furia los rincones del país. Los mexicanos vieron desfilar en un lapso de 23 años a 17 presidentes de la República y el asesinato de tres de ellos.

En 1917, la Constitución Política de México se transformó para ser una de las cartas más vanguardistas del orbe. En particular, el grueso más importante de los alzados tenía su interés fijo en la tierra. El artículo 27 recogió las demandas del campesinado y dio paso a la transformación de la vida en los campos de cultivo.

La repartición de tierras, en ese entonces, iba acompañada de agua para la siembra, pero en un principio no había una autoridad lo suficientemente fuerte para meter orden.

Para el caso de La Laguna, el 6 de octubre de 1936 fue un día histórico porque se llevó a cabo la dotación más grande de parcelas y comenzó una caótica distribución de agua para riego, lo que derivó en conflictos durante una década.

Fue hasta que Lázaro Cárdenas arribó al poder cuando la revolución tomó fuerza y permitió dar un sentido como Nación, al poner en marcha un ambicioso plan de organización campesina, obrera y el fortalecimiento del Estado que redituó en repartos agrarios nunca vistos, la recuperación de las industrias nacionales en manos de capitales extranjeros y un sindicalismo boyante.

Para 1946, fecha en que Cárdenas ya había entregado el poder, a La Laguna todavía no le había hecho justicia la Revolución, aunque todo estaba encaminado para que así fuera.

Fue en octubre de ese año, una década después del reparto de tierras, cuando el presidente Manuel Ávila Camacho y el expresidente Lázaro Cárdenas inauguraron la presa El Palmito que permitiría cumplir con la distribución equitativa de agua a los ejidos instalados en la Comarca y un mejor usufructo del río Nazas.

La presa El Palmito -que después sería rebautizada como Lázaro Cárdenas- “representaba una esperanza de impulso a la producción agrícola y un camino seguro al éxito de la implementación de la reforma agraria, ambos simbolizados por la enorme escultura del general Cárdenas y los campesinos, erigida a un costado de la presa por la Comisión Nacional de Irrigación”, asienta la memoria documental de la extinta Secretaría de la Reforma Agraria.

La Laguna en esa fecha seguía siendo uno de los enclaves más importantes del norte del país y Torreón era punta de lanza.

Los nuevos problemas

Siete décadas después y dos presas construidas en La Laguna, Andrés Manuel López Obrador decidió voltear a esa región para dar continuidad a la visión impulsada por Lázaro Cárdenas del Río y poner fin a problemas que se aglutinaron a lo largo de 74 años.

El 26 de agosto de 2020, el primer presidente de izquierda en la historia anunció uno de los planes que nadie estuvo dispuesto a poner en marcha porque requiere una inversión estratosférica y solo beneficia a 1.6 millones de habitantes de nueve municipios colindantes de los estados de Coahuila y Durango.

¿Qué busca López Obrador con un proyecto de esta naturaleza? La respuesta hay que buscarla en la sobreexplotación de los mantos acuíferos y el anárquico crecimiento urbano. En la zona existen mantos acuíferos profundos cuya geología reporta altas concentraciones de arsénico y flour. Entre más agua se extrae, mayor la necesidad de perforar más profundo y, al final, lo único que se obtiene es agua contaminada.

El problema no es nuevo, pero han pasado 10 presidentes de la República y nadie ha hecho nada, luego de que en 1958 se conocieron los primeros casos documentados de hidroarsenicismo, el cual se manifiesta en padecimientos como cáncer, problemas de riñón y daños al sistema nervioso.

A pesar de que el problema en la Laguna es uno de los más investigados y documentados en México -los estudios indican que los habitantes están expuestos a 300 microgramos de arsénico por litro de agua, mientras el máximo permitido es de 10 microgramos- hay una acción de gobierno de la misma dimensión para su combate.

Al menos hasta que llegó Andrés Manuel López Obrador.

El programa Agua Saludable para La Laguna no tiene parangón: 10 mil millones de pesos para intervenir en tres ejes estratégicos: La dilución de contaminantes en aguas superficiales, el cambio de las fuentes de abastecimiento a la población y el tratamiento de las aguas residuales bajo las directrices más avanzadas en la materia.

10 mil millones de pesos para 1.6 millones de personas puede ser una cifra imposible de dimensionar porque no es plan que genere la misma proporción de votos, reflectores.

Y López Obrador ofrece la salida: “Tenemos que tomar una decisión porque, la verdad, seguir como se está actualmente es perjudicial, es muy irresponsable el que se sigan sobrexplotando los acuíferos y se extraiga agua con arsénico, que produce cáncer y que les quita la vida a niños, niñas, adultos. Es de las zonas del país con más enfermedades de este tipo, no sólo por el agua, también por la minería”.

143 Views
Scroll to top
Close