El problema está aquí

Ing. Arturo Jesús Palma Carro

El poeta Octavio Paz solía decir que los mexicanos estamos acostumbrados a pensar en los problemas en tiempo futuro. Por ejemplo, la frase “cuando el problema nos alcance”, surge de esta estructura mental que conlleva una anomia y parálisis producto de la incertidumbre.

“Dejar todo para después” es otra de las frases que identifican el pensamiento mexicano ante una situación que apremia su solución.

En el caso de los servicios de agua potable, la afirmación del autor de El Laberinto de la Soledad se queda corta: el problema no sólo ya nos alcanzó, sino hasta nos rebasó. No es alarmista decir que México está sumido en un serio conflicto que no ve una pronta solución y, por la complejidad del tema, tampoco es fácil de resolver.

A lo largo de esta edición, usted podrá tener un acercamiento a los diferentes problemas que los sistemas operadores de agua potable enfrentan día con día para garantizar la prestación de los servicios de agua potable, drenaje y saneamiento a la población. La conclusión a la que seguramente llegará, es que estamos frente a un conflicto de enormes dimensiones que demanda poner manos a la obra, pues es un caso seguridad nacional y de sostenibilidad social, ambiental y económica para el país.

Los especialistas advierten que México enfrenta un rezago de medio siglo en materia de inversión, por lo cual no ha sido posible cumplir con los objetivos de cobertura del servicio. La Organización para las Naciones Unidas sostiene que para garantizar el abasto a la población es necesario que los países en desarrollo inviertan el 0.3 por ciento de su Producto Interno Bruto. Para cumplir con esa recomendación, los mexicanos requerimos una inversión sostenida de hasta 80 mil millones de pesos a lo largo de 25 años.

No obstante, la inversión más grande que nuestro país ha realizado en el sector durante este mismo lapso es de 25 mil millones, es decir, en términos históricos ni siquiera hemos llegado a la mitad.

El panorama es más oscuro si se toma en cuenta que, solo en 2022, habrá una inversión de un poco más de 6 mil 300 millones, pero de ese monto sólo mil 398 millones (precios constantes 2010) están orientados al desarrollo de los sistemas operadores. Fue hace 14 años cuando se reportó la inversión más alta de las últimas dos décadas, cuando el monto superó los 15 mil 400 millones. De ahí a la fecha se ha mantenido en una drástica caída, salvo algunos años que mejoró sustancialmente, pero sin llegar al presupuesto histórico.

Por otro lado, la Covid-19 puso en aprietos a los sistemas operadores. La demanda incrementó, pero los organismos no estaban preparados para enfrentarla por su misma condición de insolvencia económica, a lo que se sumó la ausencia de una cultura hídrica, la imposibilidad de fijar tarifas que ayuden a financiar a los sistemas y, de paso, a regular el consumo (el que más consume, más paga). Los cortes del servicio están encapsulados como un conflicto político y hay muy pocas autoridades, sobre todo las legislaturas estatales, dispuestas a tomar al toro por los cuernos.

Las cifras lo dicen todo: El costo promedio nacional de operación para garantizar la cobertura es de 22 pesos el metro cúbico (M3), lo que engloba la extracción, potabilización, distribución, recolección y saneamiento. La tarifa promedio nacional para los hogares es de 16.45 pesos el M3, pero en realidad los sistemas operadores obtienen 7 pesos ya que a los ingresos se les recortan los costos por fugas, baja eficiencia en recaudación y comercialización.

Por si esto no fuera poco, los sistemas recibieron un duro descalabro con el proceso de actualización de la NOM-001-Semarnat-1996 que no fue consensuada ni se pidió su opinión. El nuevo marco obliga a las 2 mil 50 sistemas que operan en el país, a realizar inversiones estratosféricas para cumplir con los nuevos parámetros en el tratamiento de las aguas residuales.

La norma, tal y como está planteada, es difícil de cumplir hasta para el mejor sistema que actualmente opere en el país. Para acercarse a su cumplimiento, se requiere una inversión nacional aproximada de 250 mil millones de pesos, para la mayoría de los organismos operadores será casi imposible invertir lo necesario si no hay un fortalecimiento estructural de sus finanzas.

La ANEAS está y siempre estará a favor de mejorar la calidad de vida de los mexicanos, los Prestadores de Servicios de Agua y Saneamiento buscan cumplir todos los días el enorme reto de cumplir con los Derechos Humanos al Agua y al Saneamiento. Tal es el caso de la NOM-001-1996, la cual, a pesar de todos los esfuerzos del Estado mexicano, no ha sido posible su cumplimiento.

La modificación de la NOM-001-SEMARNAT-1996, requiere del análisis y evaluación  de una serie de acciones y factores que influyen en los costos de infraestructura  para la rehabilitación, complementación, adecuación y/o planta nueva, así como  costos administrativos y financieros que son determinantes para la operatividad.

Las modificaciones a la norma no fueron correctamente evaluadas para determinar los impactos técnicos, económicos y financieros que pueden provocar a los Organismos Operadores.

Es justo en este último dato en el que la Asociación Nacional de Entidades de Agua y Saneamiento (ANEAS) ha centrado su atención. A pesar de los escenarios escabrosos, existe la decisión e inteligencia para hacer más con menos. El esfuerzo de cientos de sistemas operadores valen un amplio reconocimiento, porque todo el tiempo han tenido que remar a contracorriente y, a pesar de eso, han dado resultados.

Por eso, la ANEAS advierte que, ante un panorama tan complejo, es fundamental la organización y profesionalización, dos tópicos que llevan a los organismos a fortalecerse, buscar ser más eficientes y mejorar en todas aquellas ventanas de oportunidad para una consolidación en el mediano plazo.

Como institución reconocemos que tenemos una tarea estratégica para el desarrollo del país y estamos llamados a contribuir al bien de México. Ante el viejo error de pensar en el futuro, el Consejo Directivo, nuestros agremiados y personal anteponemos la convicción de que “el ahora” se construye en unidad e inteligencia.

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